La ‘coca a domicilio’: la nueva manera de almorzar en Medellín



En medio del caos cotidiano de Medellín —el tráfico, las jornadas extensas y la vida acelerada— hay una pregunta que cada vez más personas se hacen al mediodía: ¿y hoy qué almorzamos? La respuesta, para muchos, ha llegado en forma de una propuesta simple, práctica y profundamente familiar: las cocas a domicilio.
Esta nueva tendencia está ganando terreno entre profesionales, trabajadores remotos, estudiantes y personas mayores que quieren alimentarse bien, pero sin gastar tiempo en cocinar o salir a buscar restaurante. Lo interesante no es solo la comida en sí, sino el formato: una coca, como la de toda la vida, con un almuerzo casero, caliente y pensado para recordar el sabor del hogar.
Lo que se entrega no es simplemente un plato de arroz con carne. Es una experiencia construida sobre la nostalgia y la practicidad. La rutina es clara: el cliente recibe su almuerzo en una coca limpia, lo disfruta en casa u oficina, y al día siguiente entrega el envase vacío para recibir uno nuevo. Todo se hace de manera ágil, eficiente, sin plásticos desechables, y con un aire de confianza que recuerda al barrio.
Este sistema de envases reutilizables no solo le da un giro ecológico al negocio, sino que también crea una dinámica de cercanía entre cliente y proveedor. Cada coca se convierte en un pequeño ritual diario. Es como si alguien en casa siguiera cocinando para uno, incluso cuando ya no hay tiempo para hacerlo.
Los menús varían cada semana y son cuidadosamente diseñados para mantener el sabor de lo tradicional, sin caer en la monotonía. Hay frijoles, guisos, sopas, ensaladas y hasta postres. Todo hecho al momento, sin atajos industriales ni fórmulas preempacadas. Aquí la cocina es de verdad, con sazón, con historia y con cariño.
Esta propuesta le habla directamente a una generación de adultos jóvenes que, si bien valoran la comida saludable y bien hecha, no siempre tienen tiempo ni ganas para cocinar. También se conecta con adultos mayores o personas que viven solas y prefieren una solución práctica, pero cálida, frente al almuerzo.
Detrás de este modelo hay algo más profundo: la venta de tiempo y tranquilidad. En una ciudad donde el almuerzo muchas veces se vuelve un problema logístico más, las cocas a domicilio ofrecen una solución casi poética: volver al sabor de casa sin interrumpir el ritmo del día.
Emprendimientos de este tipo ya no son simples negocios de comida. Son propuestas culturales que rescatan valores olvidados: lo casero, lo artesanal, lo cotidiano. Y lo hacen sin nostalgia forzada, sino con una mirada práctica, ajustada al presente.
La coca como símbolo está de vuelta. Pero esta vez no la empaca mamá para enviarla en la mochila, sino que llega a la puerta de tu casa como una muestra de que la buena comida puede seguir siendo sencilla, cercana y humana.
En Medellín, las cocas a domicilio ya no son una moda pasajera. Se están convirtiendo en una alternativa real para quienes quieren comer bien, ahorrar tiempo y reconectar —aunque sea a la hora del almuerzo— con algo tan esencial como el sabor de hogar.
Desempleo en Colombia cae al 8,6 % en junio de 2025, su nivel más bajo desde 2017


En medio de un panorama económico en recuperación, Colombia cerró el mes de junio de 2025 con una tasa de desempleo del 8,6 %, la más baja registrada desde el año 2017. La cifra representa una mejora significativa frente al 10,3 % observado en el mismo mes del año anterior, consolidando una tendencia descendente que se viene marcando desde inicios de este año.
Durante el primer semestre de 2025, más de 831 mil personas se incorporaron al mercado laboral, reflejando una dinámica positiva en diversos sectores económicos. Entre los sectores que más jalonaron la generación de empleo se encuentran la industria manufacturera, los servicios públicos (educación, salud y administración), el comercio, así como las actividades técnicas y profesionales.
En contraste, se observaron leves retrocesos en áreas como los servicios financieros, las comunicaciones y algunas ramas culturales, que perdieron dinamismo frente al resto del aparato productivo.
El aumento de la ocupación también se vio reflejado en la tasa global de participación, que alcanzó el 63,9 %, mientras que la tasa de ocupación se ubicó en 58,4 %. Ambas cifras muestran una recuperación sostenida de la actividad económica y de la capacidad del país para generar empleo digno y sostenible.
Uno de los avances más relevantes fue la reducción de la brecha de género en el desempleo. La diferencia entre la tasa de desocupación femenina y masculina bajó a 3,9 puntos porcentuales. Esto se explica, en parte, por una mayor vinculación laboral de mujeres en sectores de alto crecimiento, como salud, educación y servicios profesionales.
Aunque persisten desafíos estructurales, esta reducción representa un avance en la equidad del mercado laboral colombiano.
El desempleo también mostró una mejora en las principales ciudades del país. En el conjunto de las 13 áreas metropolitanas más relevantes, la tasa bajó al 8,3 %, una disminución de casi dos puntos porcentuales frente al año anterior.
Sin embargo, algunas regiones siguen enfrentando tasas de desempleo muy por encima del promedio nacional. Municipios como Quibdó, Arauca, Buenaventura y Tumaco continúan registrando cifras superiores al 20 %, revelando un reto profundo en términos de equidad territorial y acceso a oportunidades laborales.
En contraste, ciudades como Leticia, Rionegro e Inírida se destacan por presentar tasas de desempleo por debajo del 6 %, demostrando que es posible construir economías locales más resilientes y sostenibles.
A pesar de los avances generales, el empleo juvenil presenta señales preocupantes. Entre los jóvenes de 15 a 24 años, se redujo la participación laboral y se registraron más de 400 mil puestos de trabajo menos en el trimestre abril-junio. Esto puede estar vinculado tanto a dificultades de inserción laboral como a una transición prolongada entre la educación y el empleo.
Por otra parte, la informalidad se mantiene como una barrera estructural. A nivel nacional, el 55,1 % de los trabajadores se desempeña en el sector informal. En las grandes ciudades, aunque las cifras son más moderadas, se evidencia un ligero incremento, lo que pone sobre la mesa la necesidad de fortalecer la formalización laboral, especialmente en pequeños negocios y emprendimientos.
El cierre del primer semestre de 2025 deja una señal clara: el mercado laboral colombiano se encuentra en recuperación. La creación sostenida de empleo, la reducción del desempleo y la mejora en la participación laboral reflejan un entorno económico más favorable. No obstante, los desafíos estructurales persisten, especialmente en materia de informalidad, empleo juvenil y disparidades regionales.
Colombia avanza, pero debe continuar fortaleciendo políticas que consoliden la inclusión laboral, promuevan la formalización y reduzcan las brechas históricas en el acceso al trabajo digno.
El Banco de la República baja las tasas: una decisión que da oxígeno, pero no espacio para relajarse

En una jugada tan esperada como medida, el Banco de la República redujo en 25 puntos básicos su tasa de interés, ubicándola en el 9,25 %. Esta decisión llega tras varios meses de estabilidad monetaria y refleja una estrategia más flexible en el manejo de la política económica del país, sin perder de vista los riesgos estructurales.
La disminución en la tasa responde a señales positivas en el comportamiento de la inflación y a una leve recuperación del consumo y la inversión. Se trata, en términos sencillos, de abrirle la puerta al crédito más barato y, por tanto, al reimpulso de sectores productivos que venían mostrando signos de agotamiento.
La medida también envía un mensaje al mercado: el emisor está dispuesto a acompañar el ritmo de recuperación económica, pero sin precipitarse. No es una carrera por bajar tasas, sino un proceso gradual donde cada decisión cuenta.
No obstante, los desafíos persisten. La situación fiscal del país continúa siendo frágil y el entorno internacional poco predecible. Estos factores obligan al Banco a mantener una posición conservadora, evitando movimientos bruscos que puedan desencadenar presiones cambiarias o pérdida de confianza.
Por ello, aunque la decisión de reducir la tasa es bienvenida por amplios sectores —desde los hogares hasta las pymes—, no representa un viraje definitivo. Más bien, es una señal de que el camino hacia tasas más bajas será lento, condicionado a la evolución macroeconómica y la estabilidad fiscal.
A corto plazo, es probable que los créditos de consumo, las hipotecas y los préstamos empresariales comiencen a mostrar condiciones más favorables. Sin embargo, los efectos no serán inmediatos. Este tipo de medidas actúan como una inyección de confianza al sistema, pero su impacto concreto se sentirá en el mediano plazo.
La clave estará en cómo los actores económicos —empresarios, bancos, consumidores— interpretan este gesto del Banco Central. Si se traduce en mayor dinamismo, empleo e inversión, entonces habrá valido la pena. Si, por el contrario, los riesgos estructurales se acentúan, la autoridad monetaria se verá obligada a frenar el ritmo.
En síntesis, el Banco de la República ha dado un paso en la dirección correcta, pero con la conciencia de que la estabilidad económica no puede negociarse. Una señal clara de que el crecimiento es importante, pero no a cualquier costo. Colombia necesita avanzar, sí, pero con los pies en la tierra.
Desde la periferia con dignidad: la economía que nace en las laderas de Medellín

En la zona nororiental de Medellín —esa ciudad paralela que no aparece en las postales ni en las cifras del PIB—, se está gestando una economía real. No es aquella de los grandes consorcios ni de los titulares macroeconómicos, sino la de las comunas 1 a la 4: barrios que sobreviven, crean y reinventan el valor desde sus esquinas, laderas y plazas. Allí, lo económico es también comunitario, territorial y, sobre todo, humano.
Durante los últimos meses, esta región ha sido escenario de ferias de empleo, activaciones comerciales y estrategias de fortalecimiento a pequeños emprendimientos. Más de 1.000 vacantes fueron ofertadas en ferias laborales barriales, muchas de ellas conectadas directamente con la capacidad y contexto de quienes viven en estos sectores. No se trata de “empleabilidad” en abstracto, sino de respuestas concretas a necesidades urgentes.
Uno de los detonantes más relevantes ha sido la movilidad. La llegada del metrocable y la expansión de infraestructura como parques, zonas comerciales y bibliotecas barriales no solo ha transformado el paisaje, sino también las dinámicas de intercambio. Lo que antes era distancia y marginalidad, hoy es conexión. Un vendedor ambulante puede cruzar tres comunas en 20 minutos para llevar su producto. Un joven emprendedor puede instalarse cerca de una estación y vender desde su propio barrio. La movilidad, bien pensada, es desarrollo.
La informalidad sigue siendo la norma en estos territorios. Pero lejos de entenderla como un lastre, habría que verla como una forma de organización espontánea que responde a un entorno donde las estructuras formales han fallado. Tiendas barriales, cocinas comunitarias, modisterías, talleres de motos, venta callejera, reciclaje: son redes de economía popular que sostienen miles de familias y que, en muchos casos, funcionan mejor que las políticas públicas.
Y sin embargo, no se trata solo de números. Hay algo más profundo que está ocurriendo: las personas están reclamando su derecho a producir, a habitar con dignidad y a construir un modelo económico propio. En la zona nororiental, la economía es también un ejercicio de identidad. Los proyectos comunitarios, las redes de trueque, las huertas urbanas, las tiendas colaborativas: todo esto revela que hay una apuesta por la vida en común, por resistir con creatividad.
Más allá del asistencialismo, lo que estos territorios necesitan es inversión con sentido, crédito que comprenda la realidad del emprendedor popular, formación técnica ligada al contexto y espacios públicos que sirvan como plataformas de intercambio y creación.
En Medellín, el futuro económico no se juega solo en El Poblado ni en el centro financiero. Está también, y sobre todo, en Manrique, en Popular, en Aranjuez, en Santa Cruz. Porque allí, en la ladera que respira y trabaja sin descanso, hay un modelo económico en construcción: más humano, más resiliente, más nuestro.
Economía desde los barrios: cuando el desarrollo comienza por lo esencial

Hablar de economía en Medellín ya no puede limitarse a cifras macro, crecimiento del PIB o grandes inversiones. Hoy, el verdadero termómetro económico se toma en los barrios: en las comunas populares donde miles de personas construyen futuro todos los días desde el rebusque, el emprendimiento, el arte, el transporte, el comercio y la economía del cuidado. Allí, donde se libra la lucha cotidiana por el sustento, está ocurriendo la transformación silenciosa que los indicadores nacionales rara vez capturan.
Durante el último año, Medellín ha mostrado una recuperación laboral notable: una tasa de ocupación del 60,8 % y una caída del desempleo al 7,3 % en el área metropolitana hablan de un ritmo económico acelerado. Pero si rascamos la superficie, encontramos un fenómeno aún más revelador: la economía se está reactivando desde abajo, desde lo popular, desde las comunas.
Barrios como Castilla, Aranjuez, Belén, San Javier o Villa Hermosa han visto emerger decenas de nuevos negocios informales y microempresas familiares. Peluquerías, cafés, talleres de motos, emprendimientos de cosmética natural, restaurantes caseros, tiendas de ropa vintage y unidades productivas lideradas por mujeres son hoy los motores que están haciendo circular dinero en sus entornos inmediatos. Es una economía barrial en ebullición, nacida muchas veces de la necesidad, pero sostenida por la creatividad y la capacidad de resistir.
En 2024 se crearon cerca de 19.000 empresas nuevas en Medellín. La mayoría, micro o pequeñas. Pero lo más importante no es su tamaño, sino su función: están generando empleos, tejiendo redes comunitarias y promoviendo autonomía económica en zonas que por años estuvieron marginadas del desarrollo. Lo que antes era una calle silenciosa, hoy puede ser un pasaje con grafitis, música y ventas informales.
A pesar del avance, los desafíos no son menores. La informalidad ronda el 40 %, y las mujeres siguen enfrentando barreras de ingreso y estabilidad laboral. Las brechas de género y edad continúan ancladas en una cultura que aún no garantiza igualdad de oportunidades. Sin embargo, allí donde el Estado no ha llegado, las comunidades han sabido organizarse, emprender y resistir.
El sistema de transporte, por ejemplo, ha sido un catalizador clave. Comunas como Manrique o Aranjuez, antes aisladas, han mejorado su acceso al empleo formal gracias a conexiones como Metroplús. La movilidad es también economía: quien puede desplazarse más fácilmente, accede a mejores ingresos y oportunidades.
Y no podemos olvidar el rol de la ruralidad en el Valle de Aburrá. Agricultores, floricultores, caficultores y pequeños productores siguen nutriendo el sistema económico con bienes esenciales, a pesar de la escasa visibilidad mediática que reciben.
La Medellín que avanza no es solo la del centro financiero ni la de los grandes edificios. Es también la de las plazas de mercado, las ferias barriales, los oficios heredados, las mujeres cabeza de hogar que abren su casa como salón de belleza, los jóvenes que montan su estudio de tatuajes en un garaje, los músicos que graban en la pieza de atrás.
En un contexto nacional e internacional marcado por la incertidumbre, Medellín nos muestra que la recuperación no solo depende de decisiones macroeconómicas, sino del impulso vital de quienes crean desde el barrio. Esa es la economía que importa: la que transforma la vida cotidiana y fortalece el tejido social.
La economía de Medellín está viva. Pero sobre todo, está arraigada. Y desde ahí —desde el corazón de sus comunas— se está construyendo un futuro con rostro humano.
Apoyo Económico Adulto Mayor y Discapacidad


- Personas mayores en situación de extrema vulnerabilidad social, seleccionadas a través de un cruce de datos del Departamento Administrativo de Planeación.
- Personas con discapacidad que se postularon y cumplieron los requisitos, y fueron priorizadas en la última convocatoria del Presupuesto Participativo.
Fechas y montos - A los adultos mayores les corresponde un pago bimestral de $151.000 COP por periodo, con posibilidad de cobro acumulado.
- Las personas con discapacidad reciben entre $240.000 y $600.000 COP al año, según los ciclos establecidos.
- Las sedes de pago suelen coordinarse con pico y cédula, priorizando días específicos según el número final del documento. En caso de faltar a la fecha asignada, pueden reclamar en jornadas de ampliación posteriores.
📌 Recomendaciones finales - Lleva tu documento y respeta el pico y cédula asignado para evitar aglomeraciones.
- Si no puedes acudir personalmente, puedes autorizar a un apoderado mediante poder notarial, siempre respetando la fecha establecida.
- En caso de dudas o situaciones especiales, puedes acudir a la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos o a las sedes bancarias asignadas.
Más información aca:
https://www.medellin.gov.co/irj/portal/medellin?NavigationTarget=contenido/10548-Consulta-de-fechas-de-pago-para-personas-mayores-y-personas-con-discapacidad
Mercados Campesinos en Medellín: apoyo económico para familias y beneficios para los barrios.

Los Mercados Campesinos se han convertido en un espacio vital para cientos de familias productoras que cada semana llevan lo mejor de sus cosechas a los barrios de Medellín. Con su crecimiento reciente y nuevas sedes abiertas en diferentes zonas de la ciudad, estos mercados representan mucho más que un lugar de compras: son un impulso directo para la economía campesina local y para los mismos barrios.
Cada puesto instalado significa la oportunidad de vender directamente productos como frutas, verduras, hortalizas, hierbas aromáticas y transformados, sin intermediarios, lo que permite a los campesinos recibir el pago justo por su trabajo. Para muchos productores, estos ingresos son la base para sostener a sus familias, cubrir estudios de sus hijos o mejorar las condiciones de sus cultivos.

“Esto es lo que nos da vida, aquí vendemos todo fresco y la gente confía en nosotros. Es un trabajo digno que nos da para el diario vivir”, comenta una de las productoras de la zona rural de Medellín.
La llegada de los Mercados Campesinos a los parques y espacios comunitarios genera un ambiente de vida barrial activa. Sus beneficios incluyen:
- Fortalecimiento de la economía local: las personas compran productos frescos cerca de casa, lo que dinamiza el comercio barrial y evita grandes desplazamientos.
- Precios justos para los consumidores: al eliminar intermediarios, los alimentos llegan más económicos, cuidando el bolsillo familiar.
- Conexión campo-ciudad: los habitantes de los barrios conocen directamente a los productores y aprenden sobre cultivos, tradiciones y recetas ancestrales.Activación de espacios públicos: parques y plazas se convierten en escenarios de encuentro, circulación y vida comunitaria, fortaleciendo el tejido social.
Los Mercados Campesinos no son solo un mercado. Son la posibilidad de dignificar la vida de los campesinos, fortalecer la economía popular, dinamizar los barrios de Medellín y ofrecer alimentos sanos en un intercambio justo que transforma comunidades y familias.
Impulso para la economía popular: 171 negocios comunitarios en Medellín reciben apoyo


El pasado 11 de marzo, Prosperidad Social anunció que 171 pequeños productores, artesanos y emprendedores de Medellín fueron seleccionados para recibir incentivos del programa Economía Popular para el Cambio, con una inversión superior a 855 millones de pesos prosperidadsocial.gov.co+1alertapaisa.com
El programa ofrece cuatro modalidades adaptadas a diferentes tipos de iniciativas:
- Iniciativas individuales/familiares: hasta $5 millones.
- Proyectos comunitarios (≥10 personas): hasta $20 millones.
- Asociaciones/cooperativas (≥15 personas): hasta $30 millones.
- Iniciativas colectivas robustas (≥20 asociados, ≥2 años operando): hasta $50 millones
Además del apoyo económico, los beneficiarios acceden a asistencia técnica, recursos productivos e insumos clave para fortalecer sus micronegocios.El programa está dirigido a perfiles diversos: vendedores ambulantes, recicladores, productores rurales, jóvenes, mujeres cabeza de hogar, personas con discapacidad, comunidades étnicas y víctimas del conflicto armado.
Los participantes fueron elegidos tras superar varias fases: verificación de requisitos, evaluación técnica y priorización según impacto social. El director de Prosperidad Social, Gustavo Bolívar, destacó que todos los seleccionados demuestran potencial para generar desarrollo comunitario e inclusión.
Los beneficiados recibirán los recursos y tendrán acceso a asistencia técnica presencial y virtual para aplicar herramientas de planeación, fortalecimiento organizacional, mercadeo y finanzas.
Además, muchas de estas iniciativas participarán en espacios colectivos como micromercados, ferias y ruedas de negocios promovidas por el programa, lo que ayuda a visibilizar sus productos y crear redes asociativas en los barrios.
La caída del dólar impulsa el turismo local en Colombia



La reciente disminución en la tasa de cambio del dólar frente al peso colombiano ha generado efectos positivos en diferentes sectores económicos, especialmente en el turismo local.
Con la divisa estadounidense cotizándose por debajo de los 4.000 pesos en los últimos días, viajar dentro de Colombia se ha convertido en una opción más atractiva para miles de personas. Esta baja en el dólar ha reducido los costos de operación de aerolíneas, agencias de viajes y hoteles, lo que se refleja en tarifas más asequibles para los turistas nacionales.
Empresarios del sector turístico destacan que, aunque la reducción en el precio del dólar puede disminuir la llegada de extranjeros, favorece en gran medida los viajes internos. Según expertos, cuando el dólar está alto, muchos colombianos prefieren no viajar al exterior, pero tampoco viajan dentro del país debido al encarecimiento general de la economía. Sin embargo, con la moneda estadounidense a la baja, se reactiva el turismo local por el mejor comportamiento económico y el aumento de la confianza del consumidor.
Además, esta tendencia beneficia la compra de insumos importados para hoteles y operadores turísticos, lo que permite fortalecer la calidad de sus servicios sin incrementar los costos para los visitantes.
En ciudades como Medellín, Cartagena y Santa Marta ya se percibe un mayor flujo de turistas nacionales, lo cual genera empleo y dinamiza la economía regional. Empresarios esperan que, si la cotización del dólar se mantiene en estos niveles durante los próximos meses, las cifras de ocupación hotelera y ventas en el sector continúen creciendo.
Beneficios directos para las comunidades de barrio
- Generación de empleo local: El aumento en visitantes impulsa la demanda de guías turísticos, transporte, artesanías y servicios en barrios como Guatapé, Santa Elena, Comuna 13 y La América.
- Ingresos para pequeños negocios: Cafés, restaurantes y hostales se benefician con más ventas, lo que impulsa la economía popular y fomenta el emprendimiento local.
- Revalorización del patrimonio: El interés por rutas culturales y ecológicas (p. ej., norte antioqueño y turismo circular) incentiva la inversión en infraestructura comunitaria, limpieza y seguridad