
Encuentro de Víctimas: un espacio para la paz, la memoria y la defensa de los derechos
Este sábado 16 de agosto de 2025, el Museo Casa de la Memoria de Medellín será el escenario del Encuentro de Víctimas: Paz, Memoria y Derechos, una jornada dedicada a reconocer, escuchar y acompañar a quienes han vivido de cerca las consecuencias del conflicto armado.
La actividad, que se desarrollará de 9:00 a.m. a 3:00 p.m., es convocada por la Delegación de Paz Urbana del Gobierno Nacional para Medellín y el Valle de Aburrá, y busca generar un espacio de diálogo, reflexión y construcción colectiva de propuestas para la garantía de los derechos de las víctimas, la preservación de la memoria histórica y la promoción de la paz urbana.
Durante el encuentro, se espera la participación de líderes comunitarios, defensores de derechos humanos, víctimas del conflicto y representantes de organizaciones sociales. Las actividades incluirán conversatorios, espacios de memoria, testimonios y análisis de estrategias para fortalecer la reparación integral y la reconciliación en la ciudad.
El Museo Casa de la Memoria, ubicado en el Parque Bicentenario (Cl. 51 #36-66), ha sido un lugar emblemático en Medellín para el reconocimiento de las víctimas y la construcción de narrativas de paz. Este evento reafirma su papel como punto de encuentro para la reflexión y la acción en torno a la no repetición de la violencia.
Con iniciativas como esta, la ciudad avanza hacia el fortalecimiento de una cultura de paz, basada en el respeto por la dignidad humana y el derecho a la verdad y la justicia.
Socials
Comunas que dialogan por la paz: encuentro en Talita Cumi fortalece la cooperación internacional
En el teatro Talita Cumi, ubicado en el corazón de la comuna 3 – Manrique, se llevó a cabo un importante encuentro territorial por la paz urbana. El espacio fue liderado por la Mesa de Paz de la Zona Nororiental, como parte de un proceso de diálogo y articulación con investigadores internacionales que trabajan el tema de paz urbana desde una mirada comparada con Sudáfrica.
Este evento no solo reafirma la capacidad organizativa de las comunidades populares, sino que también posiciona a los barrios del nororiente de Medellín como referentes en procesos de construcción de paz desde abajo. En este diálogo se compartieron experiencias, aprendizajes y desafíos comunes entre territorios distantes pero atravesados por realidades similares: conflictividad urbana, organización comunitaria, resistencias locales y búsqueda de justicia social.
El intercambio con referentes internacionales permitió fortalecer las agendas de base en torno a temas como la resignificación del territorio, la incidencia juvenil, la economía de la paz y las alternativas a la violencia estructural. Además, se valoró el papel de las mesas de paz como escenarios autónomos de articulación comunitaria que no dependen de agendas institucionales para seguir construyendo dignidad.
Desde Talita Cumi, la paz se sigue tejiendo con memoria, escucha y participación. El encuentro reafirmó que Medellín no solo es un caso de estudio, sino también un lugar donde la paz urbana se construye en la vida cotidiana, desde la esquina, la cuadra y el barrio
Conoce qué es la Ley de Paz Total en Colombia, cómo busca transformar las raíces de la violencia y su impacto en la reconciliación y construcción de paz duradera.


En un país profundamente herido por décadas de conflicto armado, la Ley de Paz Total representa una apuesta audaz por transformar las raíces estructurales de la violencia en Colombia. Más que una herramienta jurídica, es una política de Estado que busca trascender los enfoques militares y represivos del pasado para construir condiciones reales de paz desde el territorio, la justicia restaurativa y el diálogo con múltiples actores armados y sociales.
A diferencia de procesos anteriores centrados únicamente en negociaciones con grandes guerrillas, la Paz Total amplía el espectro e incluye a grupos armados residuales, bandas urbanas y estructuras del crimen organizado, reconociendo la complejidad del conflicto actual. Esto permite un enfoque más integral, que no solo atiende lo armado sino también lo social, económico y comunitario.
Uno de sus mayores valores es el reconocimiento de las comunidades como protagonistas de la paz. La ley promueve la creación de territorios de paz donde la inversión social, la participación ciudadana y el desarrollo alternativo sustituyen la presencia armada. Asimismo, abre la puerta al desmantelamiento pacífico de estructuras ilegales a través de salidas jurídicas transicionales con control y supervisión judicial.
Aunque ha sido criticada por supuestamente abrir caminos a la impunidad, lo cierto es que contempla mecanismos de verdad, reparación, y no repetición, anclados en el derecho internacional humanitario y la justicia transicional. Su implementación deberá ser vigilada y perfeccionada, pero su enfoque es coherente con el mandato constitucional de lograr la paz como un derecho colectivo.
En definitiva, la Ley de Paz Total no es un camino fácil ni inmediato, pero sí una ruta valiente y necesaria para romper los ciclos de violencia y sembrar una Colombia más justa, incluyente y en paz.
Tarde Cultural y Solidaria en Manantiales: el arte responde al llamado de la comunidad

La Mesa de Paz Nororiental, en articulación con la Corporación Animación Juvenil, la empresa JulianEventos, el movimiento Urbanos por la Paz y los líderes del sector Manantiales, realizará una tarde cultural y solidaria el próximo sábado 10 de agosto. Esta actividad busca brindar apoyo a las familias afectadas por los estragos del agua en esta zona de Medellín.
El evento se llevará a cabo en el sector Manantiales, uno de los puntos más impactados por las lluvias, y contará con una programación que une arte, cultura y solidaridad.
La jornada incluirá actividades para todas las edades y públicos:
- Recreación para la niñez, brindando espacios de alegría y juego.
- Tarde de grafitis con mensajes de resistencia y esperanza, liderada por artistas urbanos.
- Sancocho comunitario, símbolo de unión barrial y apoyo colectivo.
- Gran concierto solidario con la participación de artistas y agrupaciones urbanas.
- Jornada de recolección solidaria, con el objetivo de recibir alimentos no perecederos, colchonetas, ropa en buen estado, útiles escolares y cualquier aporte que pueda ayudar a las familias damnificadas.
La invitación es abierta a artistas urbanos, grafiteros, poetas, músicos, bailarines, colectivos culturales, emprendedores, empresas, clubes deportivos, líderes sociales y cualquier persona o entidad que quiera sumarse a este acto de solidaridad y cultura por la vida.
“Porque cuando la comunidad se une, no hay obstáculo que nos detenga. Manantiales nos necesita y el arte responde.”
Para participar y articularse con la causa, los organizadores invitan a comunicarse por los grupos oficiales o directamente con ellos, con el fin de organizar la logística y maximizar el impacto de cada aporte.
Con esta jornada, la Mesa de Paz Nororiental y sus aliados reafirman su compromiso con la construcción de paz urbana a través del arte, el tejido comunitario y la acción solidaria, demostrando que en los momentos más difíciles, la cultura es también un refugio y una respuesta de esperanza para los barrios de Medellín.
Más de 5.000 personas marcharon por las víctimas de la avalancha en Santo Domingo y Granizal: el clamor de las comunas olvidadas



El pasado sábado, más de 5.000 personas salieron a las calles del nororiente de Medellín y del municipio de Bello para alzar su voz en la Marcha del Silencio. La caminata partió desde cuatro puntos distintos —las comunas 1, 2, 3 y 4— y avanzó lentamente desde las 4:00 de la tarde, recordando a las 26 personas que fallecieron tras la avalancha que arrasó con parte de los sectores de Santo Domingo y Granizal. La mayoría de las víctimas eran niños, mujeres y adultos mayores de familias desplazadas, habitantes de barrios sin agua potable, sin servicios públicos y sin presencia real del Estado.
No fue solo una marcha. Fue una manifestación profunda de dolor, abandono y resistencia. Lideresas comunitarias, jóvenes, madres cabeza de hogar, colectivos barriales, organizaciones sociales y vecinos que aún no terminan de enterrar a sus seres queridos, caminaron unidos con carteles, velas y pañuelos blancos. Sus voces resonaron en las laderas: exigieron respuestas al gobierno local, tanto al de Medellín como al de Bello. Exigieron inversión urgente y responsable. Exigieron no ser olvidados nunca más.
La avalancha, provocada por el colapso de una montaña tras días de lluvias intensas, dejó no solo una estela de muerte, sino la evidencia brutal de décadas de negligencia estatal. En los límites invisibles entre Medellín y Bello, donde nadie asume la responsabilidad y todo se disputa políticamente, se encuentran cientos de familias sin acceso a lo mínimo: ni agua, ni calles pavimentadas, ni escuelas dignas, ni alcantarillado. El abandono es tan viejo como estos barrios.
Quienes marcharon el sábado lo hicieron también en nombre de los que no pudieron. Lo hicieron por los niños que aún están desaparecidos. Por las madres que excavan con sus propias manos. Por los vecinos que se organizaron para rescatar cuerpos, porque las autoridades no llegaban. Y lo hicieron con rabia serena, con dignidad. Porque saben que el silencio institucional no es nuevo. Porque los medios de comunicación —ni los locales ni los nacionales— llegaron a contar su historia.
En esta marcha no hubo cámaras, pero sí hubo verdad. Hubo más medios comunitarios que periodistas de grandes cadenas. Hubo más humanidad que show. Allí estuvieron los líderes sociales que construyen paz desde los territorios, que siembran cultura, educación y resistencia en medio de la pobreza. Esta marcha fue un acto de memoria. Un grito sin micrófono. Una advertencia.
Porque la pregunta que muchos se hicieron al final fue dolorosamente sencilla: ¿esto volverá a pasar? ¿Volverán a morir nuestros hijos bajo el barro y la desidia? ¿Dónde están los recursos? ¿Dónde están los alcaldes? ¿Dónde está el gobierno nacional?
Mientras no haya respuesta, las comunas seguirán gritando. Y si los poderosos no escuchan, los barrios seguirán hablando entre ellos, organizándose, marchando, resistiendo. Porque la vida vale más que cualquier frontera entre municipios.
Voces desde Itagüí: exjefes de la Oficina de Envigado avanzan en paz urbana.
El proceso de paz urbana llevado a cabo en la cárcel La Paz de Itagüí ha incorporado de manera activa a exjefes de la Oficina de Envigado, como José Leonardo “Douglas” Muñoz y Diego Fernando “Don Berna” Murillo. Bajo una custodia rigurosa, estos reclusos participan desde inicios de 2023 en mesas de diálogo con el Gobierno Nacional y la sociedad civil.
Un proceso que busca transformación social. Informa Douglas, su participación pretende ofrecer rutas de salida para jóvenes atrapados en bandas criminales, abordando los factores estructurales que los empujan al delito El Alto Comisionado para la Paz, Danilo Rueda, y la senadora Isabel Zuleta, coordinadora del proceso, enfatizan que la inclusión de estas voces fortalece el proceso, dado que representan más del 90 % de las estructuras criminales del Valle de Aburrá.
Impacto positivo para la comunidad
Organizaciones sociales, la Pastoral de Medellín y líderes locales han respaldado el proceso, firmando manifiestos para que sean tenidos en cuenta en las negociaciones y destacando su potencial para reducir índices delictivos y rehabilitar territorios. Itagüí ha sido destacado por sus estrategias integrales de seguridad, con fuertes avances en reducción de homicidios, lo cual existe un entorno favorable para avanzar en este tipo de procesos.
🌱 Avanzando hacia una sociedad más segura
El diálogo desde Itagüí representa un giro estratégico que valora la reintegración y la verdad. Al integrar a exlíderes con conocimiento de territorios y dinámicas sociales, se abre una ventana para:
- Reforzar la acción municipal, como en Itagüí, donde se aplica tecnología a la seguridad y se crean caminos comunitarios para la convivencia
- Diseñar programas de sustitución de delitos por oportunidades reales.
- Lograr compromisos públicos de verdad y reparación por parte de quienes cometieron graves violencias.
Este proceso no es un gesto superficial, sino una apuesta a lo profundo: transformar la relación entre criminalidad y política, impactar el tejido social y mejorar la convivencia urbana. Las experiencias que surjan de Itagüí podrían sentar precedente para procesos similares en todo el país.
Mesa de Paz Nororiental convoca a la Marcha del Silencio en Medellín este sábado

La Mesa de Paz Nororiental invita a la ciudadanía a participar en la Marcha del Silencio que se realizará este sábado 12 de julio a las 3:00 p.m. en Medellín, con el propósito de rendir homenaje a las víctimas mortales y brindar apoyo a los damnificados de la reciente catástrofe ocurrida en la Vereda Granizal de Bello y el Barrio Santo Domingo.
El encuentro busca visibilizar la situación de estas comunidades afectadas y promover la paz urbana como un compromiso de toda la ciudad. La movilización finalizará con una eucaristía en el Parque Aranjuez.
- Estación Metrocable Santo Domingo
- Terminal de buses barrio Jardín (Cra 44 con calle 67, esquina con la cooperativa al Piloto)
- Terminal de buses Santa Cruz
- Estación Metrocable Popular #1
La Mesa de Paz Nororiental, que trabaja por la transformación del territorio y sus comunidades, extiende la invitación a todos los habitantes de Medellín a unirse a este acto de solidaridad y memoria.
“La paz urbana de Medellín se construye desde el reconocimiento del dolor y la unión de sus comunidades. Hoy más que nunca, es necesario acompañar a quienes atraviesan el duelo y la pérdida,” señalaron los organizadores.
Gobierno recorre la Cuenca Media de la Iguana para implementar el programa Barrios de Paz

Medellín, Colombia. Una delegación del Gobierno Nacional, junto a técnicos del Ministerio de Vivienda (@MinVivienda), recorrió la Cuenca Media de la Iguana con el objetivo de avanzar en la implementación del programa #BarriosDePaz.
Durante la jornada, se exploraron las necesidades y potencialidades del territorio para fortalecer la presencia institucional, promover pactos de gobernanza y fomentar el liderazgo comunitario como estrategia clave para construir paz desde los barrios.
El programa Barrios de Paz busca transformar integralmente los territorios a través de intervenciones sociales, urbanísticas y comunitarias, generando oportunidades, reduciendo violencias y mejorando la calidad de vida de los habitantes.
“La paz se construye desde los territorios con presencia real, escucha activa y acciones conjuntas entre Gobierno y comunidad,” señalaron representantes de la delegación.
La Cuenca Media de la Iguana, priorizada por su importancia estratégica y sus retos sociales, es uno de los sectores que podría beneficiarse de este programa, impulsando procesos de desarrollo integral, tejido social y reconciliación. https://x.com/PazUrbanaCo/status/1943359047106752853?t=4to5jlVcVROw71rfLfPlQA&s=09
Santo Domingo no llora en silencio: exige memoria y justicia.
En medio de los escombros y el luto, el barrio Santo Domingo El Pinar se llenó de velas y voces. La comunidad realizó una emotiva velatón en memoria de las más de 20 personas que perdieron la vida tras la avalancha del 24 de junio.
Entre lágrimas, habitantes recordaron a sus vecinos y exigieron acciones reales de prevención. “Esto fue anunciado, pero no escuchado”, dijo Juan Cadaví, uno de los líderes del sector.
Mientras EPM confirmó el restablecimiento del acueducto, lo que representa un paso hacia la recuperación, los vecinos insisten: la tragedia pudo evitarse. La velatón no solo honra la vida perdida, también es un acto político de resistencia.
Santo Domingo no quiere solo ayudas momentáneas. Quiere justicia, garantías y que ninguna quebrada más hable con muerte.
“Nos sentimos abandonados”: líderes de Santo Domingo exigen más ayuda tras avalancha que deja más de 22 muertos.
A más de una semana de la avalancha que arrasó con decenas de viviendas en la zona limítrofe entre Bello y Medellín, líderes comunitarios de Santo Domingo y familias afectadas alzan su voz con fuerza: se sienten desamparados por las alcaldías de Medellín y Bello, y reclaman una respuesta más humana, ágil y permanente por parte del Estado.
“Hay más de 22 muertos confirmados y al menos 8 desaparecidos, pero nosotros sabemos que son más. Hay familias que aún están buscando a los suyos bajo el barro, sin ayuda técnica, sin acompañamiento”, denunció uno de los voceros barriales.

Los habitantes afectados afirman que la presencia institucional ha sido intermitente, que las ayudas se reparten con lentitud, y que muchas zonas siguen sin atención médica, psicológica ni apoyo alimentario. En total, alrededor de 300 personas han sido evacuadas o desplazadas, muchas de ellas con niños pequeños y adultos mayores.
En un mensaje directo al alcalde Federico Gutiérrez y a las autoridades de Bello, los líderes comunitarios exigen que se fortalezcan las brigadas de búsqueda, que lleguen las ayudas sin discriminación, y que se reconozca la gravedad real de lo ocurrido. “Aquí no solo se cayó un cerro, aquí se vino abajo la esperanza de muchas familias humildes”, afirmó una madre sobreviviente.

Las comunidades hacen un llamado urgente: que la tragedia no se convierta en estadística ni en olvido. Que los barrios populares también merecen justicia, memoria y reconstrucción digna.
“No mando, pero me oyen”: Douglas rompe el silencio desde la cárcel de Itagüí y reafirma su compromiso con la paz como vocero, no como jefe
Desde la cárcel de Itagüí: Douglas habla de armas, paz y promesas incumplidas
En el corazón de la cárcel de máxima seguridad de Itagüí, José Leonardo Muñoz Martínez, conocido como “Douglas”, ofrece una entrevista franca con el periodista Julio Sánchez Cristo. En ella, el vocero de estructuras armadas de Medellín revela tanto sus aspiraciones de paz como las condiciones que, a su juicio, han facilitado la persistencia de la violencia en los barrios. Durante más de una hora, Douglas desentraña un mensaje complejo: no quiere mando, solo quiere diálogo.
Entre rejas pero con voz propia
Douglas, con 16 años de cárcel a cuestas, insiste en dos puntos fundamentales: su pasado y su presente. “Yo no tengo personas al mando”, declara con convicción. Su legitimidad, según él, radica en su historia en la comuna, en la confianza desarrollada con la gente: “La gente me cree porque hice cosas, tengo amigos, tengo historia”. Subraya que esto no es la primera vez que participa en procesos de paz; antes lo hizo y contribuyó a la desmovilización.
Al preguntarle si su presencia en eventos públicos implica su compromiso con la paz, Douglas responde afirmativamente, sin reservas. La firma de acuerdos exige compromiso, y él está dispuesto a responder por sus actos. “Estamos dispuestos a responder sus preguntas”, asegura, dejando claro que su postura es abierta al escrutinio.

Vacíos de mando y estructura criminal
La entrevista avanza hacia una de las interrogantes clave de los procesos armados: ¿quién reemplaza a los capturados? Douglas menciona a alias “Pichi Rodol” como su sucesor inicial, pero reconoce que, con el paso del tiempo, desconoce quién realmente dirige la estructura. Aunque no ofrece nombres, señala que se estima que entre 3 000 y 4 000 jóvenes actualmente desean dejar las armas. Subraya que no cuentan con un censo claro, solo aproximaciones, pero es evidente que la voluntad de cambio existe.
Constatando la magnitud del desafío, observa que estas cifras reflejan una esperanza latente, pero también una urgencia: sin un plan claro de transición, sin oportunidades reales, nada garantiza que las armas sean dejadas atrás definitivamente. Un mensaje a los muchachos y al Estado
La conversación llega a un punto candente cuando Sánchez Cristo le pregunta a Douglas qué mensaje envía a los jóvenes armados. La respuesta no evade: “Les digo que busquen un camino, una salida”. Luego, alude al papel del Estado: si éste no llega, con inversión social y recursos, no pueden pedirles que depongan las armas. Denuncia un abandono estatal crónico, un Estado que no se hace presente en las zonas más vulnerables de Medellín.

El periodista lo interpela: ¿qué ofrece el Estado? Douglas responde citando su participación en “Héroes de Granada”, uno de los procesos de reinserción que, según él, demostró que sí hay voluntad de paz. Sin embargo, denuncia que muchas de estas iniciativas no reciben seguimiento real. “El Estado llegó, firmó, pero luego se fue. Nos dejó solos”, reprocha con dureza.
La paradoja de la paz urbana
Douglas plantea lo que denomina “la paradoja”: estructuras nacidas del conflicto, resultado del abandono y del desplazamiento, hoy desean la paz. Este surgimiento desde abajo, desde las comunidades, contrasta con la forma en que la política estatal suele abordarlo: desde el escritorio, sin diagnóstico territorial real. Para él, la paz urbana debe construirse en las calles, no en Bogotá.También rechaza la etiqueta de “capo”. “No somos capos. Somos voceros”, enfatiza. Asegura que su función no es mandar órdenes, sino ofrecer canales de comunicación entre jóvenes y el Estado. Frente a los medios y a las autoridades que lo persiguen, pide respeto: “Déjennos trabajar por la paz”.
Resultados concretos y estigma mediático
La entrevista no esquiva la crítica a los medios. Douglas denuncia que solo se difunden episodios violentos, que se invisibilizan los avances. Esgrime cifras: en el último Día de la Madre, se registró un fin de semana sin homicidios en los 43 barrios piloto. Detalla reuniones quincenales, construcción de protocolos, metodologías y acciones con víctimas incluidas. Reitera que representan voluntades reales, no ministeriales.
El discurso revela una tensión: los jóvenes quieren paz (entre el 80 % y el 90 %), pero la desconfianza persiste. Douglas apela a que el Estado actúe: habilite recursos, genere empleo, regule economías ilegales.Una demanda al alcalde
Sin mencionar nombres completos, alude al alcalde de Medellín, refiriéndose a una “obsesión” de éste con la figura de Douglas y sus familiares, lo que, según él, distorsiona el proceso y convierte un asunto social en una disputa política. Destaca lo absurdo de perseguirlo por su pasado, mientras coloca el foco en que “la paz es pública”, no propiedad de un partido o gobierno.

Conclusión: ¿paz real o burocrática?
Al culminar la entrevista, queda una pregunta sin respuesta clara: ¿puede el Estado transformar verdaderamente las condiciones de vida de miles de jóvenes para que abandonen las armas? Douglas cree que sí, siempre que haya voluntad, recursos y presencia territorial. Su figura es controvertida, irreductible, pero también revela una verdad incómoda: sin atender las raíces del conflicto —abandono, falta de oportunidades, estructuras ilegales— la paz seguirá siendo, para muchos, un espejismo.
Desde su celda en Itagüí, Douglas no aspira a declarar la paz, solo a habilitarla. “No quiero que los muchachos terminen como yo”, repite. Con estas palabras, lanza el reto al Estado: ¿responde, o seguiremos firmando acuerdos que luego se olvidan?
”No somos capos, somos voceros de la paz”: Freiner Ramírez desde la cárcel de Itagüí
No somos capos, somos voceros de la paz”: Freiner Ramírez desde la cárcel de Itagüí. En una entrevista concedida desde la cárcel de Itagüí, Freiner Ramírez, conocido como Carlos Pesebre, uno de los voceros más visibles del proceso de paz urbana en Medellín, habló sin rodeos sobre los desafíos para romper el ciclo de violencia en la ciudad, la estigmatización que enfrentan los líderes carcelarios y el papel del Estado en la transformación de los territorios. Ramírez insiste: no mandamos estructuras, no somos capos; somos voceros, y estamos trabajando por la paz. La paz no nace en Bogotá, se construye en los barrios
Ramírez fue enfático en señalar que la paz no se puede imponer desde escritorios en la capital: “La paz no se hace desde Bogotá, porque allá no conocen las comunas de Medellín, no saben cómo funciona un barrio, ni entienden las dinámicas de la calle”. Afirmó que es necesario que el Estado regrese a los territorios, que haga diagnósticos reales y que se comprometa con una transformación económica concreta para los jóvenes.

En su intervención, recordó la llamada donbernabilidad, ese periodo tras la desmovilización de Don Berna donde, según él, hubo un proceso de construcción social durante tres años. Ramírez dice que no se puede ignorar que en aquel entonces se redujeron los homicidios y se implementaron acciones comunitarias, y que hoy se necesita algo similar, pero con respaldo institucional.¿Qué pasa cuando una estructura se desmoviliza?
El vocero planteó una pregunta clave: cuando una estructura se desmoviliza, ¿quién llena ese vacío? Para él, sin un plan estatal serio de sustitución de economías ilegales y de inclusión social, lo que ocurre es que se van unos y llegan otros. El narcotráfico, dice, da mucha plata, pero el verdadero dilema está en quién va a manejar ese problema y si el Estado está dispuesto a tomar el control.Ramírez propone que el Estado entre a regular ciertas dinámicas, crear oportunidades reales y sustituir las economías ilegales que hoy alimentan a más de 30 mil personas en Medellín. Hay que buscar alternativas, no seguir persiguiendo sin diferenciar, afirmó. Voceros, no capos
Con evidente molestia, Carlos Pesebre cuestionó que tanto medios como autoridades insistan en llamarlos capos. “Nosotros no tenemos mando, llevamos años pagando nuestras condenas. No mandamos estructuras. Lo que hacemos es enseñar cómo funcionan las dinámicas para aportar a una salida. Somos respetados, sí, pero eso no significa que estemos dando órdenes”, aclaró.
El vocero también se refirió al rol de la Mesa de Paz Urbana, señalando que se reúnen dos veces al mes, construyen metodologías, crean protocolos y que el trabajo es transparente. Esto es público, las víctimas están presentes. Aquí todos queremos la paz, dijo. Aseguró que el 80 por ciento de los voceros ya cumplió sus penas, pero no pueden salir por trabas en estos procesos. Déjennos tranquilos, déjennos trabajar por la paz, pidió.Resultados invisibilizados,Ramírez aseguró que los medios solo muestran lo perverso. No somos responsables de todo lo que pasa en los barrios. No todo lo que hacen los jóvenes viene de nosotros. Hay que reconocer también los logros de la mesa, afirmó. Recordó que en el Día de la Madre del año pasado hubo un fin de semana sin homicidios, una cifra histórica en Medellín. Tenemos 43 barrios piloto donde se está trabajando por la transformación.

También criticó al alcalde de Medellín, a quien acusa de tener una obsesión con ellos, de perseguir a sus familiares y de usar la política de seguridad como instrumento de retaliación. A Fico le recuerdo que también tiene un tío con delitos, y no por eso vamos a juzgarlo igual. Estas cosas no pueden quedarse en la pelea política, declaró. “Queremos salvar la vida de ellos”En uno de los momentos más humanos de la entrevista, Pesebre afirmó que lo que lo motiva es salvar vidas: “Queremos que los jóvenes vivan. Muchos están interesados en salir del crimen, el 80 o 90 por ciento de ellos quieren la paz. El Estado debería perseguir al 10 por ciento que no quiere, y no cerrar las puertas a los que sí están listos para cambiar” Reconoció que las estructuras armadas tienen un componente político, y que muchas surgieron de procesos de desplazamiento, en los que las comunidades terminaron fundando barrios enteros. La paradoja es que antes luchábamos contra los subversivos, y ahora son ellos quienes quieren la paz. Hoy nos toca a nosotros dar el paso.
Conclusión
La entrevista con Freiner Ramírez deja claro que la paz urbana no es una fórmula mágica, ni un decreto que se emite desde un despacho. Requiere voluntad, diagnóstico territorial, transformación económica, sustitución de economías ilegales y, sobre todo, reconocimiento del conflicto y sus protagonistas. Para quienes están tras las rejas, como Ramírez, la paz es una apuesta que están dispuestos a sostener, pese al estigma, la persecución y el señalamiento.
Somos voceros, no capos. Lo que queremos es paz, no poder.

Nuevos estatutos de Paz Total: una esperanza para las mesas locales como la de Itagüí



Durante una ceremonia reciente, el ministro de Justicia, Néstor Iván Osuna Montealegre, anunció que el próximo 20 de julio el Gobierno Nacional presentará oficialmente los nuevos estatutos que desarrollarán de manera integral la política de “Paz Total”, una de las apuestas más ambiciosas del presidente Gustavo Petro. Este anuncio, que llega tras varios aplazamientos motivados por las complejidades de las negociaciones con grupos armados, ha despertado renovadas expectativas entre las mesas territoriales de paz, particularmente en el Valle de Aburrá, donde procesos como la Mesa de Paz Urbana de Itagüí se han consolidado como referentes de diálogo comunitario y construcción desde lo local.
Los nuevos estatutos de Paz Total no solo buscan dar estructura jurídica a los diálogos de alto nivel con actores armados ilegales, sino también incluir y articular los esfuerzos de paz territorial impulsados por organizaciones sociales, comunidades urbanas y sectores académicos. Desde estos espacios se insiste en que cualquier marco legal debe considerar la participación efectiva de la población civil, de abogados expertos en derechos humanos y de constituyentes populares que representen las voces históricamente excluidas del conflicto y de la construcción de paz.
En ese sentido, las expectativas están puestas en que los nuevos estatutos se conviertan en verdaderos aceleradores de las mesas locales de diálogo, reconociendo su legitimidad y dotándolas de herramientas jurídicas, presupuestales y metodológicas que les permitan avanzar. Es el caso de la Mesa de Paz Urbana de Itagüí, que desde hace más de un año articula a jóvenes, líderes sociales, víctimas del conflicto, instituciones y actores armados en proceso de diálogo, en un ejercicio de reconciliación profundamente enraizado en los territorios urbanos. Este proceso ha sido apoyado por sectores académicos y organizaciones sociales, y se ha posicionado como modelo replicable en otras comunas del área metropolitana.
En ciudades como Medellín, donde la violencia urbana ha sido históricamente una de las principales expresiones del conflicto armado interno, estas mesas han logrado resultados concretos. De hecho, en el último año la tasa de homicidios ha caído a niveles nunca antes registrados, una señal clara de que el diálogo, la presencia institucional y la participación ciudadana pueden transformar realidades.
La Paz Total, tal como fue concebida desde el inicio del gobierno Petro, implica no solo la negociación con actores armados, sino también la implementación de medidas sociales, económicas y culturales que ataquen las causas estructurales del conflicto. En este contexto, los estatutos que serán presentados en el Congreso deben estar a la altura del momento histórico y garantizar un marco incluyente, respetuoso de los derechos humanos y adaptado a la diversidad de los territorios colombianos.
Los liderazgos comunitarios del Valle de Aburrá, así como las víctimas y organizaciones de derechos humanos, esperan que estos nuevos estatutos reconozcan las iniciativas ya en marcha y no impongan visiones centralistas. La Paz Total no puede lograrse desde los escritorios en Bogotá, sino en el diálogo permanente con las comunidades que han resistido, sobrevivido y trabajado por la paz en sus propios barrios.
Mesa de Paz Urbana de Itagüí

La Mesa de Paz Urbana de Itagüí es un espacio de diálogo entre líderes comunitarios, autoridades y actores armados, que busca construir convivencia y reducir la violencia en el Valle de Aburrá.
Desde 2024, ha impulsado acuerdos como el cese de extorsiones en más de 45 barrios, beneficiando a miles de personas. También promueve talleres de reconciliación y mediación, con apoyo de entidades como la MAPP‑OEA.
Este proceso hace parte de la estrategia nacional de paz urbana del Gobierno, con resultados positivos en seguridad y transformación social.

Solidaridad y Acción por Santo Domingo
La Mesa de Paz Urbana de Itagüí, en articulación con líderes barriales, organizaciones comunitarias y ciudadanía activa, manifiesta públicamente su profunda solidaridad con las familias afectadas por el devastador desastre natural ocurrido en el barrio Santo Domingo. Este trágico suceso, producto de una emergencia climática sin precedentes en la zona, ha cobrado la vida de al menos 10 personas, entre ellas mujeres, adultos mayores y menores de edad. Además, se reporta la desaparición de más de 15 personas, cuya búsqueda continúa con angustia y esperanza por parte de sus seres queridos y organismos de socorro.